dijous, 8 de maig del 2014

LAS DELICIAS DE LOS TRABAJOS por Sri Aurobindo

LAS DELICIAS DE LOS TRABAJOS
por
Sri Aurobindo

Ensayo publicado originalmente en la revista
Arya en abril del 1915, Vol. I, No. 9.

En tus trabajos, siempre están estos tres,
el Maestro, el Trabajador y el Instrumento.
Definirlos correctamente en uno mismo, y poseerlos correctamente, es el secreto de los trabajos, y de las delicias de ellos. 



Primeramente, aprende a ser el instrumento de Dios y a aceptar tu Maestro. El instrumento es esa cosa exterior que le llamas el yo, es la matriz y molde de la mente, la fuerza de empuje del poder, una máquina con forma, una cosa llena de resortes, dientes, grampas y deseos. No llames a eso el Trabajador o el Maestro; nunca podrá ser el Trabajador o el Maestro. Acéptate a ti mismo humilde y a la vez orgullosamente, devoto, obediente y jubilosamente como un instrumento divino.

No hay un orgullo y una gloria mayor que ser el instrumento perfecto del Maestro.

Aprende primero absolutamente a obedecer. La espada no escoge donde corta, la flecha no pregunta a que lugar deberá dirigirse, los resortes de una máquina no insisten en el producto que deberá fabricarse con su labor. Estas cosas son establecidas por la intención y el trabajo de la Naturaleza, a medida que el instrumento es más y más consciente, aprende a sentir y a obedecer la ley pura y esencial de su naturaleza, tan pronto como el trabajo está hecho, llega a ser perfecto e impecable. La elección propia por la motivación poderosa de los nervios, la repulsión del instrumento físico y mental, pueden solamente estropear el trabajo.

Déjate llevar por la inspiración de Dios y sé como una hoja en la tempestad; ponte en Sus manos y sé como la espada que corta y la flecha que se dirige hacia la meta. Deja que tu mente sea como el resorte de una máquina, deja que tu fuerza sea como el disparo de un revolver, deja que tu trabajo sea como el declive tajante y formativo del acero en su objeto. Deja que tu palabra sea el resonar del martillo sobre el yunque y el gemido del motor en su labor y el llanto de la trompeta que proclaman la fuerza de Dios en todas las regiones. En cualquier forma has de hacer lo que hace un instrumento de trabajo con naturalidad porque está diseñado para eso.

La espada es feliz en el campo de batalla, la flecha tiene el regocijo en su silbido y en su salto, la tierra tiene su embeleso en sus vueltas vertiginosas a través del espacio, el sol tiene el éxtasis real de su llamarada esplendorosa y su movimiento eterno. ¡Oh tú, instrumento consciente de ti mismo, deléitate también en tu propio trabajo!

La espada no mandó a que la hicieran, ni resiste a ser usada, ni tampoco se lamenta cuando se rompe. Hay un placer en haber sido hecha, un placer en haber sido usada y un placer también en haberla dejado sin esgrimir, al igual que un placer en haber sido rota. Descubre ese placer.

Porque tú has confundido el instrumento con el trabajador y el maestro, y porque buscas elegir por ignorancia y por deseo, por tu propio estado y tu propia ganancia y utilidad, por lo tanto, tú has sufrido y te has angustiado muchas veces, y muchas veces también has entrado en las calderas del infierno rojo y has renacido, te has reformado y te has modificado, hasta que aprendas tu lección humana.

Todas esas cosas son, porque ellas están en tu naturaleza que está en el proceso de refinamiento o evolución. Porque la Naturaleza es el trabajador y ¿qué es lo que ella trabaja? Ella forma y modela la mente, la vida y la materia imperfecta y tosca y hace de ellos un ser perfectamente consciente.

Lo próximo es, conócete a ti mismo como el Trabajador. Entiende tu naturaleza como el trabajador, tu propia naturaleza y Toda la Naturaleza como tu yo mismo.

Esta naturaleza que tienes, no es tuya propia ni limitada. De tu naturaleza se ha hecho el sol y los sistemas, la tierra y sus criaturas, tú mismo y lo tuyo y todo lo que percibes. Es tu amigo y tu enemigo, tu madre y tu devorador, tu amante y tu verdugo, tu hermana del alma y el extraño que desconoces, tu regocijo y tu aflicción, tu pecado y tu virtud, tu fortaleza y tu debilidad, tu conocimiento y tu ignorancia. Y todavía no es nada de estas cosas, pero es algo de lo cual esas cosas son imágenes imperfectas que tratan de ser. Porque más allá de todo eso está el conocimiento original y una fuerza infinita y una calidad innumerable.

Pero para ti hay una acción especial, una naturaleza propia y una energía individual. Síguela, como el ancho río que corriendo llega hasta su cause, hasta que te lleve allí, donde está esa fuente, esa causa, ese origen infinito.

Por lo tanto, conoce tu cuerpo como un vínculo de la Materia, y tu mente como un remolino en la Mente universal, y tu vida como un remanso de la Vida que es imperecedera. Conoce tu fuerza como la de todos los seres; y tu conocimiento como la vislumbre de la luz que no pertenece a ningún hombre; y tu trabajo, él que debes hacer para ti mismo, el liberarte del error de tu personalidad.

Cuando eso esté hecho, tendrás la delicia libre y emancipada en la verdad de tu ser individual, en tu fuerza, tu gloria, tu belleza y tu conocimiento; y en la negación de esas cosas tendrás la delicia también. Porque todo esto es la máscara dramática de la Persona y de la imagen en sí del propio Escultor.

¿Por qué deberás limitarte a ti mismo? Siéntete también en la espada que te corta y en los brazos que te abrazan, en el fuego del sol, en el baile de la tierra, en el vuelo del águila, en la canción del ruiseñor, en todo lo que ha pasado, en todo lo que ahora es y en todo lo que llegará a ser. Porque tú eres infinito y toda esta felicidad es posible para ti.

El Trabajador tiene la felicidad de su trabajo y la felicidad de su Amante para quien él trabaja. Él mismo sabe/conoce que es su consciencia y su fuerza, su conocimiento y su reserva de conocimiento, su unidad y su propia división, la infinitud y lo finito de su ser. Conócete a ti mismo también como todas esas cosas; también obtén la delicia de tu Amante.

Están aquellos que se conocen ellos mismos como el obrador o instrumento o el utensilio de trabajo, pero ellos confunden el Trabajador por el Maestro; esto también es un error. Aquellos que caen en él pueden dura y difícilmente llegar a su trabajo puro, superior y perfecto.

El instrumento es finito en una imagen personal, el trabajador es universal con una característica personal, pero ninguno de estos es el Maestro, porque ninguno de ellos es la Persona verdadera.

Por último conócete como el Maestro; pero no le pongas forma y no le busques ninguna definición de calidad. Se uno con Eso en tu ser, comulga con Eso en tu consciencia, obedece Eso en su fuerza, estate sujeto a Eso y asegura por eso tu delicia, perfeccionando Eso en tu vida, tu cuerpo y tu mentalidad. Entonces, antes tu vista e interiormente, emergerá / surgirá esa única y verdadera Persona, tú mismo y no-tú mismo, todos los otros y más que todos los otros, el Director y el Poseedor y Disfrutador de tus trabajos, el Maestro del trabajador y el instrumento, el Organizador y el Destrozador de la danza del universo, y todavía, solo en la quietud con él mismo, en el silencio de su alma y su cámara interior.

La felicidad del Maestro poseída. No hay nada más que él pueda conquistar. Porque él, se dará Él mismo a todas las cosas y a todas las criaturas, obteniendo, dando, haciendo y disfrutando por su porción propia, y también por lo indivisible.

Contendrás en tu ser a ti mismo y a todos los seres, y serás "eso" que no eres tú ni eres los otros. De los trabajos, ésta es la consumación y la cumbre.



Final del ensayo titulado Las Delicias de los Trabajos por Sri Aurobindo.
Publicado en la revista Arya en Agosto de 1915.
Ensayo preparado por P.B. Saint - Hillaire en 1962.